Hay un simple placer en un collar. No los ligeros y agradables, un verdadero collar ajustado lo suficientemente apretado como para que el esclavo nunca olvide que está allí. Cada pequeño movimiento de la cabeza muerde la piel, un recordatorio constante de lo que son: mascota, propiedad, juguete, cualquiera que sea el nombre que sepan.

Ponte un collar

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¡No olvide la correa!

Hay un simple placer en un collar. No los ligeros y agradables, un verdadero collar ajustado lo suficientemente apretado como para que el esclavo nunca olvide que está allí. Cada pequeño movimiento de la cabeza muerde la piel, un recordatorio constante de lo que son: mascota, propiedad, juguete, cualquiera que sea el nombre que sepan.

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